Inglaterra, favorecido por el arbitraje, jugará la final de la Eurocopa
07 de julio de 2021
Venció 2 a 1 a Dinamarca, en el alargue, y gracias a un penal inventado por el árbitro de los Países Bajos Danny Makkelie.
El partido traía una carga emocional extra para Inglaterra: "Sabemos la ocasión que tenemos y estamos listos para ello", declaró Mason Mount. Es que esta Inglaterra podía -además de acceder a su primera final, nada menos que en Wembley- convertirse en la primera selección de la historia en tener seis veces su valla en cero en una misma edición de la Eurocopa; y además debía derrotar a una de las selecciones más goleadoras del torneo, como Dinamarca -llevaba 11 goles-.
Los 11 elegidos por Gareth Southgate fueron Pickford; Kyle Walker, Stones, Maguire, Shaw; Declan Rice, Kalvin Phillips; Saka, Mason Mount, Sterling y Harry Kane. Mientras que Dinamarca alineó a Kasper Schmeichel; Kjaer, Vestergaard, Christensen; Stryger, Hojbjerg, Delaney, Maehle; Braithwaite, Damsgaard y Dolberg.
El partido comenzó intenso y vibrante. Inglaterra empezó amenazando con acciones de Kane y de Sterling, que hostigaban sin éxito la valla defendida por el enorme Schmeichel. A los 9 fue Walker quien evitó que cayera el arco inglés cuando cruzó a Damsgaard, quien pretendía quedarse mano a mano ante Pickford, tras una enorme jugada previa.
Con el paso de los minutos el local imponía su juego pero no conseguía abrir el cerrojo danés. La visita entonces empezó a afirmarse mejor y a ganar metros. Así fue que a los 30, y tras cobrar una falta de tiro libre, Damsgaard sacó un remate de mucha rosca y fuerte, que doblegó la volada de Pickford, para poner el 1 a 0 y enmudecer Wembley.
La alegría danesa duró poco: Kane ordenó a sus compañeros, Sterling volvió a tomar posesión del balón, y siete minutos después Sterling tuvo el empate cuando quedó mano a mano con Schmeichel, y fue el golero quien se quedó con el duelo. En la siguiente jugada llegó la paridad: tras un desborde por derecha y un centro rasante al corazón del área chica, Kjaer se llevó puesta la pelota contra su propio arco, aunque vale decir que si el zaguero no la metía, detrás estaba Sterling para empujarla a la red. Después no hubo tiempo para más y así se cerró esta primera etapa.
SEGUNDO TIEMPO
Inglaterra comenzó un nervioso complemento que Dinamarca pareció aprovechar con las intenciones de Dolberg y Damsgaard. El 'fulbito' danés de toque y movimientos, generaban peligro a través de centros punzantes que asediaban la valla de Pickford, que se rompía los puños despejando balones.
A los 54 respondió Inglaterra con un cabezazo del central Maguire, quien se elevó más que todos, sacó el frentazo, y el mágico Schmeichel sacó la pelota al costado, tras una atajada memorable.
Faltando 25 minutos, Dinamarca estaba cumpliendo con un desempeño impecable del partido, teniendo en cuenta su condición de visitante en la caldera de Wembley, y ante una Inglaterra asediada por la historia misma. Ese trabajo del equipo visitante era sustentado por un intenso desgaste, al que Inglaterra aguardaba al acecho, sin muchas ideas, pero con toda la responsabilidad a cuestas.
El duelo estaba planteado entre las intenciones inglesas y el pragmatismo danés. En esa maraña de piernas, Kane, Mount y Sterling trataban de desentrañar el acertijo.
Sobre el final, la postal parecía invariable: Inglaterra, más armado desde lo físico, dominaba las acciones, instalada permanentemente en terreno adversario. Mientras Dinamarca, extenuada, abroquelaba líneas en los últimos 30 metros, literalmente en una doble barrera de casacas rojas abarrotadas en el área grande, esperando el alargue. Así llegó el final de los 90 minutos. Empate y a la prórroga.
EL ALARGUE
Sterling no estaba preciso. Inglaterra había probado de varias formas quebrar a Schmeichel pero nada daba resultados. A los 100’ Inglaterra merodeó el área Roja, entre Walker, Stones, Kane y demás, pero la defensa visitante se volvía cada vez más infranqueable e indescifrable.
Kjaer, Vestergaard, Christensen sumaban cabezazos y rechazos ante las embestidas inglesas, en una cancha 100% inclinada sobre el arco danés. La visita ya había olvidado qué era atacar la valla defendida por Pickford.
A los 12 minutos del alargue, Sterling entró a pura gambeta en el área danesa, y el árbitro de los Países Bajos Danny Makkelie inventó un penal –supuestamente de Jensen, o de Maehle (quién sabe)- que a la vez fue convalidado por un vergonzoso VAR. Fue Harry Kane, atajó el enorme Schmeichel, y el delantero tomó el rebote y quebró la resistencia del golero danés. Lo merecía Inglaterra pero no así, favorecido visiblemente por un fallo arbitral inadmisible y grosero. Injusticia absoluta.
En el lapso final del alargue, Dinamarca, herida en su amor propio, salió en busca del empate, con un diseño de muñequitos en el terreno que le habilitaba espacios a los locales.
Con ritmo cansino y jugadores extenuados, los minutos fueron esfumándose ante una Dinamarca que parecía desplomarse, e Inglaterra que pretendía guardar la pelota debajo del césped de Wembley.
Así y todo, los locales terminaron asediados por los nórdicos, y –por momentos- sufriendo los segundos finales. Con este resultado, Inglaterra accedió a la final del torneo, a disputarse también en Wembley, ante Italia.