Veleta, la primera futbolista española


06 de enero de 2022

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por Delfina Corti

Ana Carmona Ruiz, futbolista de la década del 20 del Vélez F.C., jugó durante aquellos años disfrazada de hombre y bajo el mote de “Veleta”. Sus compañeros protegieron durante décadas su identidad porque, como confesarían tiempo después, jugaba mejor que los demás. Antes de morir a los 32 años, pidió un último deseo: que la sepultaran con su camiseta.

 

Aparecía en la formación del equipo como así también las crónicas deportivas de la época. Los periodistas destacaban su habilidad con la pelota en comparación con el resto de los jugadores. Jugaba de 10 según los diarios de la época, pero además ejercía un trabajo defensivo importante. “Veleta salva algunas situaciones de peligro mientras adelante sobresalen algunos centros templadísimos”, narraba una crónica del diario malagueño de España, en 1922. 

Y, sin embargo, “¿quién es Veleta?” se preguntó durante un tiempo el periodista Jesús Hurtado mientras investigaba y escribía sobre el equipo malagueño Vélez Football Club, de los años 20 y 30.

“En el equipo de aquellos años, la mayoría de los jugadores presentaba un mote. Estaba ‘Patacañón´ por cómo le pegaba al balón, ‘Batatero´ porque su padre vendía batatas. De todos, además, tenía nombre y apellido. Sin embargo,  ‘Veleta´ se me escapaba”, explicó Hurtado hace algunos años. 

Lo que ocurría era que además de que las crónicas deportivas de la época no lo ayudaban con el nombre, sus fuentes siempre evadían la respuesta de quién era este jugador de la década del 20. Esbozaban una sonrisa y gambeteaban la pregunta. “¿No te basta con saber todo lo demás?”, le cuestionaban cada vez que la identidad de Veleta volvía a ser el eje de la conversación. 

Hurtado llegó a pensar que callaban porque quizás era homosexual o un refugiado de guerra, hasta que se lo dijeron: “Es que Veleta fue una mujer”. 

Y setenta años después de que los diarios de Andalucía escribieran sobre las asistencias y goles de Veleta, en un café de Málaga, se conoció la historia de Ana Carmona Ruiz, la primera futbolista española.

Junto con aquellas palabras, Hurtado recibió dos fotografías. La primera era del plantel completo del Vélez F.C. donde Veleta aparece vestida de hombre, en el centro de la imagen, junto a sus compañeros. 

La segunda foto era un retrato de Nita –como la llamaban fuera del campo de juego– vestida de futbolista, durante unos carnavales. Único momento del año en el que podía vestir aquel conjunto deportivo sin ser juzgada ni señalada por la sociedad. 

Los comienzos futbolísticos de Nita Carmona ocurrieron en las explanadas del muelle de la dársena malagueña cuando era una niña. "No es de extrañar que desarrollara su pasión allí. Los primeros jugadores de fútbol eran marinos ingleses que se ejercitaban propinando patadas a una reluciente pelota redonda", comentó Hurtado en una entrevista para El Español.

Es que Nita -quien había nacido el 16 de mayo de 1908 en el barrio de Capuchinos, Málaga- frecuentaba el puerto malagueño dado que su padre era estibador. 

En sus comienzos, a escondidas de su familia y cuando aún era una niña, iba a una explanada cercana al cuartel de Artillería, donde jugaba con otros chicos. Muchas veces, al regresar a su casa, sus padres la castigaban durante días al encontrar en su cuerpo moretones y rasguños, consecuencia de los partidos. Y como si el castigo de sus padres no fuera suficiente, los vecinos la señalaban porque sus acciones no eran propias de “una dama”.

Sin embargo, cuando Nita creyó que el fútbol quedaría en un recuerdo de su niñez asociado al puerto malagueño, llegó en 1921 a Capuchinos el sacerdote Francisco Míguez Hernández quien descubrió que en aquel lugar poca gente iba a misa porque en su tiempo libre preferían jugar al fútbol. 

“El deporte fortalece el cuerpo y el espíritu se entrena en el estadio de la Santa Misión”, dijo el sacerdote el día que fundó el Sporting Club de Málaga. El recién nacido equipo contaba, además, con un terreno de juego amurallado al que bautizaron como Estadio Santa Misión.

Ana, la abuela de Nita, sabía de la pasión de su nieta por el fútbol. Y cuando entró a trabajar en el club como encargada de la indumentaria de los jugadores, no dudó en comentárselo al sacerdote. 

Al poco tiempo, Nita ya era parte del plantel. Entrenaba con el resto de los futbolistas del Sporting Club e incluso jugaba algunos partidos de visitante. Como era habilidosa, si algún jugador se ausentaba, el sacerdote la dejaba jugar. Aunque también, en muchas ocasiones,  entraba en el segundo tiempo cuando había algún lesionado.

Cuando algunos rivales se dieron cuenta de que era mujer, la denunciaron y la delataron. Vecinos le raparon el pelo, la golpearon y, en varias ocasiones, terminó en la comisaría por “alterar el orden público”. 

La familia Carmona Ruiz quedó estigmatizada durante aquellos años y, por este motivo, le pidieron a Nita que se fuera de Capuchinos, que se mudara a la ciudad malagueña de Vélez donde también tenía familiares. 

***

Al llegar a su nueva ciudad, su primero Quero le consiguió trabajo en el club Vélez F.C. como asistente del masajista y, al igual que su abuela, como encargada de la limpieza de la ropa de los jugadores. 

Una vez más, sus días transcurrían cerca de un campo de juego. La necesidad de patear nuevamente una pelota y jugar al fútbol hicieron que Nita se acercara al capitán del equipo, Juan Barranquero, y lo convenciera para que la considerara parte del plantel. La respuesta,  “¿Cómo iban a lograr que una mujer pudiera saltar al campo si estaba prohibido? 

Antes de cada partido, Nita entraba al vestuario como encargada de limpieza y salía de él vestida de futbolista. Cortó su pelo, se vendó sus pechos con cintas de algodón, usó medias altas y camisetas holgadas para evitar que las curvas de su cuerpo la delataran. 

“A partir de ese momento se ganó un nuevo mote, el de Veleta, por sus constantes cambios de aire –declaró Hurtado–. Entraba al vestuario como mujer, saltaba al campo como hombre y luego salía otra vez como mujer. Cambiaba como una veleta”. 

Durante la década del 20, Nita fue parte del plantel del Vélez F.C. hasta que la Federación Sur y la Junta Local de Árbitros de España prohibieron que las mujeres participaran en una “competición de hombres”. No podían ejercer ningún rol dentro del deporte. La norma llevó a que los guardias vigilaran los vestuarios y Veleta, así, no volvió a jugar nunca más al fútbol.

A los 32 años, Nita murió víctima de tifus exantemático epidémico, también conocido como “piojo verde”. Poco antes de su muerte, pidió un último deseo, que la sepultaran con las camisetas del Sporting Club de Málaga y del Vélez F.C.

Aquel día de 1940, sus compañeros de equipo la despidieron en el cementerio de San Rafael. Años más tarde, varios de ellos le confesarían a Hurtado el porqué la protegieron durante tantos años: “Jugaba mejor que nosotros y aprendíamos de ella. Tenía mejor técnica que los demás pues empezó a darle al balón desde muy chica". 

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