Calendario de fútbol


18 de mayo de 2023

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por Ariel Scher

Jamás fallaba al recordar las fechas. Cuando le preguntaban por su ingreso a la escuela, decía que había sido en la mañana de los tres goles y los dos córners; cuando le mencionaban su casamiento, detallaba que fue antes de un penal desviado entre las sombras y luego de otro penal convertido bajo el sol; y cuando le apuntaban que alguna vez le tocaría morir, contestaba «sólo después de volver a salir campeón». Jamás fallaba al recordar las fechas, pero las fechas, sus fechas, nunca se expresaban ni en días ni en meses. Para él, al tiempo no lo señalaban los cronómetros o los almanaques. Al tiempo se lo marcaba en tribunas repletas y en goles anulados, en quites de mediocampistas y en pelotazos al área. Lo había resuelto hacía mucho: lo mejor era que al tiempo lo midieran las circunstancias del fútbol.

No lo hacía por pura pasión deportiva. Lo suyo era una rebelión, una forma de protesta contra el sentido que la modernidad le había dado al tiempo. Una noche —»aquella noche, la de los delanteros que sólo tiraban centros», según su propia referencia temporal— le explicó a siete amigos que estaba harto de que la existencia se subordinara a los relojes. Pero no a los relojes cotidianos: no le parecía mal que la gente se citara a las diez menos diez y llegara a las diez menos diez. Le molestaban los relojes conceptuales: «¿Por qué suele decirse que aquel que sueña y lucha para cambiar al mundo achicará sueños y luchas ‘con el tiempo’?, ¿por qué hay que aceptar que enamorarse todas las mañanas es algo que se va ‘con el tiempo’?, ¿por qué el que no consiguió ciertas cosas a cierta altura de la vida ‘perdió el tiempo’? Estoy de acuerdo en que existan minutos o semanas o años si eso ayuda a ordenar las cosas. Pero no soporto que la vida en lugar de ser una vida se haya vuelto una colección de plazos».

Esa noche le preguntaron por qué había sido el fútbol su instrumento para salirse de los calendarios clásicos. «No es difícil —explicó—, lo sabe cualquiera que jugó un partido entero o se abrazó en la popular. Aunque suelan enfermarlo las agendas de la época, el fútbol es lo que es porque, en la gloria o en la tristeza, en la pasión o en la cancha, a veces detiene al mundo, a veces le gana al tiempo». Lo dijo mientras se iba y prometía otra cita para cuando hiciera falta, dentro de seis cabezazos, dentro de cien gambetas.

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