Construcción colectiva de un sistema deportivo argentino


07 de marzo de 2022

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Por Emiliano Ojea

Las argentinas y los argentinos somos víctimas de una extraña condición. Los éxitos o logros individuales que conseguimos en ocasiones se convierten en serios obstáculos para formar equipos, ponernos metas colectivas y trabajar a largo plazo, con lo cual obtendríamos triunfos o beneficios mayores. En otras palabras, porque somos buenos o exitosos en lo individual, no podemos ser mejores a nivel grupal o colectivo. Sin duda, esta idea que ha proliferado desde hace tiempo en nuestra sociedad, que está culturalmente muy arraigada y que se alimenta de forma cotidiana en renovados ejemplos y experiencias, es uno de los grandes desafíos que los argentinos tenemos que derribar.

Si bien este fenómeno es transversal a las más diversas disciplinas deportivas, resulta ejemplificador lo que ocurrió en estos últimos años con la selección de fútbol masculino, hasta ganar la Copa América. En nuestro plantel de la selección contamos con los mejores jugadores del mundo, que están cotizados en millones de euros y son anhelados por seleccionados de las más diversas latitudes. Cada uno de ellos supo erigirse con los máximos galardones en equipos españoles, italianos, ingleses entre otros. Sin embargo, cabe preguntarse si la selección funcionó realmente como un equipo, o por lo contrario, como un conjunto de jugadores talentosos.

Este análisis no es nuevo. Diversos especialistas, tanto desde el periodismo como académicos en general y dirigentes deportivos, han esgrimido prolíficos y enriquecedores diagnósticos sobre qué es lo que ocurre con el deporte argentino. No obstante estas valiosas explicaciones y aproximaciones al fenómeno, desde mi óptica, el problema es de raigambre estructural.

Un equipo no puede jugar como tal si como país solo fomentamos las individualidades o si desalentamos los espacios de formación de equipos. Un país no puede pretender tener buenos resultados y, menos, exigirles a los deportistas que lo tengan si no hay políticas deportivas que perduren en el tiempo y que se evalúen y perfeccionen constantemente.

Estamos acostumbrados a que surjan deportistas excepcionales de la nada, en vez de que nuestro sistema deportivo funcione como incubadora de talentos y que estos emerjan como producto de proyectos e iniciativas originados en políticas deportivas concebidas en tanto políticas de Estado.

Lejos de priorizar la formación permanente tanto de deportistas como de entrenadores y dirigentes, la regularidad y estabilidad en las condiciones de trabajo, la infraestructura adecuada y los apoyos necesarios para el desarrollo, es decir, la apuesta a generar un entramado virtuoso de construcción deportiva, se suele actuar espasmódicamente. Si continuamos así, nunca pondremos al deporte en la agenda de las políticas públicas, porque todo proyecto termina siendo siempre esporádico y efímero, incluso aquellos exitosos.

Mi experiencia me enseñó que el problema es multidimensional e involucra una diversidad de actores, y que cuando los procesos se construyen con discusiones enriquecedoras y toma de decisiones colectivas el resultado es positivo.

Quizás entonces la selección de fútbol sintetiza, en alguna medida, los desafíos que tenemos como sociedad. ¿Cómo jugar en equipo, teniendo individualidades talentosísimas?, ¿cómo pasar de “casos excepcionales”, de jugadores con una vida difícil que lograron triunfar en el mundo, a tener generaciones de deportistas formados y contenidos socialmente?, ¿cuáles fueron los procesos por los que pasaron desde su etapa formativa hasta llegar al más alto nivel?, ¿qué rol cumplieron la dirigencia y los entrenadores durante ese proceso de crecimiento y formación?, ¿qué aportaron las distintas instituciones deportivas y los gobiernos en su carrera deportiva?

Argentina necesita mirar hacia adelante. Como sociedad hemos sido artífices de grandes hitos en materia deportiva, que nos enorgullecen. Pero si nos dejamos acobijar confortablemente por la sombra de los logros de nuestro pasado, viviremos eternamente en las penumbras del conformismo y la nostalgia.

Por ello, la propuesta que le hago al lector es la de poner un paréntesis a la dinámica misma del deporte que estamos acostumbrados a ver y practicar. El tiempo que le propongo no es el de dos tiempos de 45 minutos, 100 metros libres o un set que se define con tie-break. El deporte necesita que nos tomemos más tiempo para entender y suplir aquello que horada gran parte de su potencial.

El desafío, como en todos los casos, es ponerlo en marcha articulando un diálogo intersectorial que nos permita construir consensos y partir de grandes acuerdos que nos posibiliten, de una vez y para siempre, avanzar. Pensar políticas de Estado y el rol de las instituciones deportivas, de sus dirigentes y de cada miembro que las componen, para construir un Sistema Deportivo Argentino.

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Emiliano Ojea 
TW @emiojea
Presidente de Federación del Deporte Universitario Argentino @FeDUArgentina.
Comité Ejecutivo de International University Sports Federation @FISU
Consejero del Comité Olímpico Argentino @prensaCOA
Autor del Libro: Jugar en Equipo. Deporte+Educación=Movilidad Social Ascendente

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