Feliz cumple, Víctor Hugo


26 de diciembre de 2021

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Por Julio Martínez

Papá encendió la radio. El dial estaba clavado en el 590. Un vozarrón retumbó en el parlante para llenar de graves la habitación. Lo mismo sucedía en miles de casas. Papá me decía que Víctor Hugo hizo el relato más maravilloso del universo en la jugada más maravillosa de todos los tiempos. Con el paso del tiempo, el gol y la narración impulsados por el corazón se hicieron eternos y no hizo falta ser contempóraneos para conmoverse.

Ese día me quedé prendido porque el tipo de la radio me contaba lo que pasó en aquel Boca 0-River 2 de principios de 1994. Y luego se hizo costumbre. A las 7 de la tarde, a veces con papá u otras en soledad, Víctor Hugo y su equipo de Competencia eran una fija.

A fines de 1999 me encontré con una gran encrucijada: elegir una carrera para estudiar en la universidad. Después de un intento apurado y fallido, descarté ser un analista de sistemas. Tras una semana de clases en la UTN, borré esos cálculos imposibles para un chico que estudió comercial y lo terminó en el Joaquín V. González del barrio de Barracas. Un tanto desesperado, repasé mis gustos y aficiones. Esa vez no necesité prender la radio en el pasillo de las aulas de la UTN. La voz se encedió en mi mente. Las opiniones y descripciones de Víctor Hugo me mostraron el camino. Solía escribir apuntes, seguir la campaña del equipo de mis amores, hablar de fútbol con papá y amigos. No era tan difícil. Periodismo será.

Un buen dia, el profesor de "Periodismo" pidió un trabajo práctico que consistía en entrevistar a alguien famoso. Consideré a Víctor Hugo como el indicado. Investigué sobre su vida lo máximo posible en tiempos sin redes sociales y con la incipiente aparación de internet en nuestras vidas. Los libros y las revistas ayudaron. El día que lo conocí no fue sencillo para mí. Mi carácter tímido contrastó con su imponente voz y altura. Imponente. Después de la primera pregunta me aflojé y transcurrió con fluidez. Cuando terminé, Víctor Hugo, siempre atento a su alrededor, percibió que estaba con papá y nos invitó a presenciar Por Deporte, el programa que conducía los sábados al mediodía en radio Continental. Papá ya conocía esos estudios en temporadas anteriores por su rol de espectador en el sector de la tribuna. Como el día que lo vio llegar transpirado y con ropa de entrenamiento tras una partida de tenis. Encontramos nuestro lugar y aprecié la magia de la radio. Todo lo que se hace sin que lo veamos. Y el tipo de la radio manejaba todo. Fue como ver a un director de orquesta. Y a veces no necesitaba apuntalar, con una mirada lo decía todo.

Impresionado, regresé a casa para escribir la nota. Primero pasó el filtro del profesor, quien le otorgó una buena puntuación y creí oportuno que Víctor Hugo la leyera. Al cabo de una semana volví a Rivadavia 835, enfrente del Café Tortoni, y se la entregué. Días después retomé mi puesto en la tribuna y antes del inicio de Competencia apareció Víctor Hugo: "Escribís bien. Quedate por acá que en algún momento te voy a dar una oportunidad", me dijo. 

Víctor Hugo es así. Un grande con todas las letras. Una persona que concretó el sueño de cientos de profesionales en este medio. Todos y todas le debemos eso, aunque no busque retribución alguna. Cada cumpleaños de Víctor Hugo nos permite saludarlo, recordarlo y desearle lo mejor, pero también nos recuerda su generosidad, grandeza, maestría y coherencia. Un buen tipo de mente lúcida, con poesía, picardía y calle. Defensor de distintas causas y valiente para enfrentar al "establishment" de turno. Incansable y optimista. Obstinado y temperamental. Respetado como nadie, aún por aquellos que no transitan su vereda. 

Que los cumplas feliz, Víctor Hugo. Hoy y siempre. 

 

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