Hernán Lamberti: “El fútbol es un sistema cerrado en el que muy pocos tienen posibilidades”


04 de marzo de 2021

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por Roberto Parrottino

En una entrevista exclusiva con Relatores, el mediocampista y capitán de Platense, flamante ascendido a la Liga, reflexionó además que "es egoísta preparar a jugadores sólo para ser profesionales” en el esquema del fútbol argentino.

Cuando debutó en Primera con Almagro en 2003, los más grandes del plantel lo mandaban a comprar el diario, a calentar el agua para el mate. No podía ni chistar. Y si se animaba, lo invitaban a que se callase. A los 36 años, Hernán Lamberti, el capitán de Platense, no repite aquellos pedidos con los más chicos, aunque hace respetar las reglas, como el control del peso. Pieza clave desde la mitad de cancha en los ascensos de Platense de la B Metropolitana a la Primera Nacional y, de ahí, a la Liga Profesional, Lamberti habla de los secretos que esconde el mediocampo, de la inteligencia en el juego, del nivel del fútbol argentino, del odio en las redes sociales, de la formación, de los futbolistas como trabajadores, y más.

-¿Qué se ve desde el mediocampo?
-En mi carrera jugué en todas las posiciones de la mitad de cancha. En inferiores era enganche. Cuando debuté, me tiraron para la izquierda y los primeros años hice el carril. Pero en el último tiempo me acomodé como volante central, con un poco más de panorama, porque tenés mayormente la cancha de frente, y dependiendo el partido, salgo a presionar un poco más arriba. Eso es lo que me sienta más cómodo, si bien hay otras posiciones que me gustan más que la de volante central, como volante interno en un 4-3-3, con un poquito de llegada al arco, como lo hice en Aldosivi. Pero jugar de volante central te da una mirada única del juego.
 

-¿En la mitad se ganan los partidos?
-Los partidos se ganan con goles. Después, no estoy tan de acuerdo con eso de que el cinco determina cómo juega un equipo. Hoy los volantes centrales se adaptan a otras posiciones y funcionamientos. El jugador ha aprendido a usar todos los sistemas, y más cuando cambia un entrenador y un estilo de juego cada seis meses.

En mi carrera jugué en todas las posiciones de la mitad de cancha. En inferiores era enganche. Cuando debuté, me tiraron para la izquierda y los primeros años hice el carril.

-¿Qué es ser un futbolista inteligente?
-Suplo algunas cosas con ubicación, con posicionamiento, con aprender a leer las jugadas. Cuando sos chico, te cuesta más. Ser inteligente es aprender a reconocer lo que puedo hacer bien y lo que no, y hacer más de lo que me sale bien. Tengo primer pase y pase largo, no tengo velocidad ni gambeta. Soy consciente de mis limitaciones y eso me ayuda a mejorar otros aspectos. Donde más se aprende es en el error propio: reconocerlo y no cometerlo. Después, miro todo el tiempo fútbol. Comparo situaciones que puedo llegar a vivir en una cancha: si miro al Manchester City, veo cómo se comporta el volante central del rival.
 

-¿Está en baja el nivel del fútbol argentino?
-Hay equipos, no de los grandes, que crecieron mucho a base de proyectos de trabajo, de convencimiento de una idea, como Lanús, Defensa y Justicia y Banfield. Se equipararon con los grandes. Los refuerzos de River fueron uno de Banfield (Agustín Fontana), uno de Colón (Alex Vigo), uno de Gimnasia (José Paradela). Y hay entrenadores con potencial. Está mucho más parejo. Pero también el fútbol argentino es complicado y resultadista. Si Boca o River no ganan la Libertadores, se dice que es un “fracaso”. Y son equipos que pierden muy pocos partidos por año. Se ve todo trágico cuando pelean y pierden campeonatos. ¿Qué queda para el resto?

Ser inteligente es aprender a reconocer lo que puedo hacer bien y lo que no, y hacer más de lo que me sale bien.

-¿Y el fútbol de Ascenso?
-Cada vez se le presta más atención. La realidad económica del país te obliga a buscar valores en el Ascenso, ya no es tan fácil repatriar jugadores como antes. De Estudiantes de Río Cuarto fueron tres chicos a Primera (Lucas Suárez y Gastón Benavídez a Arsenal, y Maximiliano Comba a Gimnasia). (Enzo) Copetti pasó de Atlético de Rafaela a Racing. Antes, el año pasado, (Renzo) Tesuri, de Ferro a Godoy Cruz. En nuestro caso, (Nicolás) Morgantini se fue a Lanús. Los chicos progresan.
 

-“Cuando le hablo a los chicos es para que no comentan los errores que cometí”, dijiste.
-El mayor error que cometemos cuando somos jóvenes es que vemos todo fácil y simple. Y, por la edad, no le prestás atención a la alimentación, a dormir las horas que se deben dormir. Lo que intento es que los más chicos ya le den valor para después no arrepentirse de grandes. El trabajo a contraturno, ese querer un poquito más. Si lo hacen de chicos, la diferencia física y futbolística es mayor. Es estirar la vida útil de ser futbolista.

Si Boca o River no ganan la Libertadores, se dice que es un “fracaso”. Y son equipos que pierden muy pocos partidos por año. Se ve todo trágico cuando pelean y pierden campeonatos. ¿Qué queda para el resto?

-¿Es estresante ser capitán?
-Los capitanes sufren los momentos en los que hay problemas económicos en un club. Porque en un plantel de 30, 35 jugadores, la realidad económica no es la misma para todos. Ahí se generan conflictos. Por suerte, Platense está ordenado. Pero la pandemia les trajo mucha incertidumbre a todos.
 

-Pablo Aimar dijo que, durante la carrera, al futbolista lo aíslan en una burbuja, fuera de lo malo, y que sólo cuando se retira, crece.
-Hay realidades distintas de jugadores. Los chicos que nacen en equipos grandes tienen una vida totalmente distinta a los del Ascenso. Pierden un poquito la dimensión de la realidad. Lo veo cuando vienen jugadores de Reserva de clubes grandes a equipos en los que estuve en el Ascenso. Los jugadores somos trabajadores del fútbol, y el día de mañana, cuando no hagamos más esto, vamos a trabajar. En el Ascenso, no sé cuántos chicos pueden estar dos meses sin cobrar. El Ascenso te moldea: vas a entrenar en colectivo, volvés en el tren con toda la gente apretada, que viene cansada de trabajar. Lo otro es un privilegio para unos pocos.

Los jugadores somos trabajadores del fútbol, y el día de mañana, cuando no hagamos más esto, vamos a trabajar.

-¿Seguís obligando a tus compañeros a respetar el peso?
-Si la nutricionista te pide que te peses y lo anotes, hay que hacerlo. Son detalles. Hoy los más grandes nos adaptamos a los más chicos, somos más comprensivos. Me entienden bastante a pesar de que cada tanto hay un regaño. Pero siempre es para corregir, para que aprendan, aunque los chicos se cuidan mucho más a pesar de la exposición en las redes sociales. Hoy hay que hablar mucho más. Antes las formas no eran las mejores.
 

-En Alemania hubo una campaña contra el odio y el acoso en redes sociales a los futbolistas, con Toni Kroos y otras figuras. ¿Lo sufriste?
-Las uso para interactuar con la gente. Lo ideal sería que no usemos redes sociales, pero siempre te llegan comentarios. Cualquiera parece tener el derecho a generar un mal momento con un comentario ofensivo o despectivo, que son los que dañan y hacen mal. No son críticas constructivas. Te pueden decir un montón de cosas futbolísticas y no pasa nada, pero un comentario ofensivo, te daña. Con eso lidiamos los futbolistas, que somos personas. En las redes sociales se ve todo fácil, y no se ve el trabajo, el proceso, el por qué: muchas veces armamos equipos sin ver por qué juega o no tal, sin saber cómo se desempeñó el jugador en la semana. Todo eso genera una bola que no termina nunca. Hay que trabajar con los chicos para que no sean absorbidos por las redes sociales.

Hay realidades distintas de jugadores. Los chicos que nacen en equipos grandes tienen una vida totalmente distinta a los del Ascenso.

-¿Qué le pasa a un chico cuando lo dejan libre, como te pasó en Deportivo Morón?
-Los clubes tienen que preparar a los chicos no para ser futbolistas, sino para ser personas. Para a partir de cierta edad, salir a la vida, no a una cancha. De 25 chicos en edad de hacerles el primer contrato, les hacen a tres o cuatro, y el resto queda en el camino. Es egoísta preparar a jugadores sólo para ser profesionales. Hay que preparar jugadores para que aprendan valores, el trabajo en equipo. Eso, de a poco, tiene que cambiar. Tiene que haber un trabajo más social y de acompañamiento. Que la frustración no sea por el fútbol. El fútbol es un sistema cerrado en el que muy pocos tienen posibilidades. Y hay que tener mucha suerte, más allá de condiciones. Conocemos un montón que eran fenómenos y no tuvieron la posibilidad. No es una carrera que estudiás y te recibís. En el fútbol, podés estar 15 años, en todas las infantiles y las inferiores, y no te recibís. Es un golpe muy fuerte, porque no están preparados para otra cosa.
 

-Otro momento crítico es el retiro.
-En el fútbol no hay lugar para todos. Hoy no pienso en el retiro. Pero un momento antes, analizaré las situaciones. A todos nos gustaría seguir trabajando ligados al fútbol, pero es imposible que todos los que se retiran trabajen en el fútbol. Uno, mientras juega, se dedica a jugar. Son pocos los que se preparan a la vez para dirigir. En general se retiran y se toman un año. También, porque si se prepara para ser entrenador, el que está a cargo del plantel no sé cómo lo tomaría. El curso ya lo hice. Eso me da la chance de trabajar, pero no quiere decir que sea técnico. Hay que aprender mucho a escuchar, a ver, y después te tienen que ayudar los resultados.
 

-“Quiero que mi papá, antes de morirse, vuelva a ver a Platense en Primera”, te dijeron. ¿Cómo te atraviesan esos mensajes?
-Es lo que viví en estos tres años y medio, desde que llegué. Ha sido difícil, una carga más que una motivación, porque es algo muy fuerte. Pudimos darle esa alegría a los hinchas, fue lindo ver a generaciones festejar, llorar por el ascenso. El trayecto fue muy duro, por esa carga emotiva, y por la historia del club. En algún momento Platense iba a ascender y quería ser parte de eso. Hay clubes con los que decís: “Hay que estar en las malas para después estar en las buenas”. Los que formamos parte del ascenso vamos a estar en la historia para siempre. Cuando me llamaron de Platense, era un proyecto de volver a Primera. El objetivo ahora es que Platense pueda estabilizarse en Primera. Sumar muchos puntos. No podemos no mirar el tema del descenso, mirar para otro lado.
 

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