Ser arquera: del bullying a las atajadas históricas


17 de marzo de 2021

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por Ayelén Pujol

Florencia Chiribelo y Laurina Oliveros, arqueras de River y Boca respectivamente, tuvieron una gran actuación en la Copa Libertadores pese a que sus equipos se quedaron afuera en los cuartos de final. Sus historias y el avance en el puesto más criticado

Vestida de negro, Laurina Oliveros da cuatro pasos ligeros desde la línea de fondo, abre los
brazos, y tapa el mano a mano ante la brasileña Leticia. Boca se ve superado por Avaí
Kindermann en la Copa Libertadores y la arquera, todavía no lo sabe, será la figura: tapará
un cabezazo de la misma delantera, un mano a mano de Catyellen Souza, llegadas de
Larissa. Descolgará centros y contribuirá a que Boca gane 1 a 0 -gol de Yamila Rodríguez-
para, además, confirmar un gran momento futbolístico.
En Morón, donde jugó River, Florencia Chiribelo recibió un gol en cuatro partidos: el único
fue el que determinó la eliminación contra Ferroviaria, en cuartos de final. Después de
haberse quedado afuera de la final del torneo local contra Boca (derrota por 7 a 0), la
capitana cerró un buen torneo, con un estilo sobrio, de buena ubicación y posicionada bajo
los tres palos.
El puesto más criticado del fútbol femenino está creciendo. Evoluciona y la Libertadores
deja muestras de eso. Los dos mejores equipos del fútbol local tienen arqueras que
enfrentan el bullying histórico al puesto.
Oliveros tiene 27 años, mide 1,70 metro y elige jugar también: sale con los pies, se anima a
los mano a mano en esa salida, elige el achique ante cualquier avance. Terminó el campeonato local con la valla invicta y sin recibir premio por eso. “Es triste porque somos
tan importantes como la goleadora y la jugadora del torneo”
, dijo en su momento.
Es una arquera con personalidad. Para la She Believes Cup fue convocada de urgencia
porque Yanina Sosa -que a su vez había sido citada en lugar de Vanina Correa- dio positivo
de Covid. Fue su vuelta al equipo nacional después de dos años.
En ese proceso se tatuó la palabra “resiliencia”: había perdido la titularidad en la UAI
Urquiza, se fue del equipo, estuvo sin club, se quedó afuera del Mundial de Francia 2019 y
pensó que su mundo, el de arquera, se le venía abajo. Pero salió.
Había tuiteado su disconformidad cuando se había presentado la camiseta de la selección
con Lionel Messi y una modelo
;¿Y las jugadores del seleccionado femenino? ¿Acaso no
tendríamos que ser nosotras las que presentemos la camiseta? VERGONZOSO". Pensó
que eso había influído en su salida de la Selección. Hasta que apareció Boca y llegó el
título, después la Libertadores en la que perdieron en cuartos contra América de Cali.

Ahí Lauchi contó su secreto: “Trato de mirar no sólo la pelota sino todo. Son milésimas de
segundos en donde que tenés que reaccionar y decidir. Si saliste, salís, porque al volver
atrás queda todo el arco descubierto”
. El otro es haberse formado en el fútbol
estadounidense: allí se mudó con su familia y empezó a atajar a los 9 años. Fanática del
alemán Ter Stegen, tiene un anhelo: que las nenas sueñen con ser arqueras.
“Pocas tienen ese deseo”, dice Vanesa Sarroca en Relatores, que entrena hoy a las arquera de la Selección Sub 17 y Sub 15. Fue 1 en Sportivo Barracas, San Lorenzo, Platense y River.
Según su mirada, el de arquera es un puesto deficitario en el fútbol femenino porque “hay
menos años de trabajo”. “Nosotras nos hacemos de grandes. Yo trabajé muchos años en el
baby masculino y venían los nenes de 4 años ya con los guantes. La nena por ahí a los 14
dice: ‘Si no hay arquera, yo voy’.
Esto está cambiando y creciendo: vamos achicando la
brecha”.
Cuando Sarroca jugaba, no había entrenadores para su puesto. Hoy, señala, los equipos de Primera tienen espacios de trabajo específicos. “El gol vende y evitarlos, no. Por eso cuesta encontrar chicas que quieran atajar. El puesto es difícil: podés sacar cinco pelotas espectaculares y se van a acordar del error. Por ahí por un error, que a veces ni siquiera es tuyo, perdiste el partido y seis meses de laburo”, dice.
Chiribelo, a quien Sarroca entrenó en River, empezó a jugar de grande, a los 27 años y en
partidos con amigas. Nunca le había llamado la atención el fútbol hasta que una compañera
de trabajo le dijo que le faltaba una para un partido de fútbol 5. “Fue un accidente”, dice hoy.
Aquel día respondió: “Si querés me paro un rato en el arco y te doy una mano”. Nunca más
dejó.
Hoy tiene 36 y un recorrido en AFA en dos clubes, Ferro y River. Cuando se paró a atajar
en cancha de 11 la primera vez el arco le pareció enorme: “Es como un departamento de
dos ambientes”.
Con 1,78 metro, es alta para el tipo de arqueras del país. “Es una arquera 100 por ciento
mental -opina Sarroca-. Si tuviésemos más con su cabeza sería buenísimo porque es
grandiosa. Tiene espíritu de autosuperación y siempre busca superar errores. Le faltó toda
la etapa formativa, el desarrollo técnico que podés trabajar mejor, la parte coordinativa… Y
sin embargo, ha mejorado muchísimo”.

Sarroca considera que es una arquera a la que le da seguridad quedarse bajo los tres
palos. “Si se adelantara más incluso se haría más grande”, dice. Y suma puntos a favor:
“Adapta sus recursos, tiene mucha fuerza en el tren superior, despeja sin la necesidad de
volar tanto porque tiene brazos largos”. Y destaca su biotipo: “No tenemos arqueras así.
Ella, Vanina Correa y pará de contar”.

Sarroca marca la diferencia de estilos entre Chiribelo y Oliveros. “Laurina tiene experiencia internacional, maneja la cancha y el timing del partido. La he enfrentado y le pasaba que por ahí la agarraban caminando. Veo que está corrigiendo eso. Es rápida para salir y en la Copa salvó muchas pelotas saliendo a achicar, leyendo el juego. Además, tiene una edad interesante: le quedan años por delante y trabajando así va a tener mucho futuro”.

Lucila Sandoval, que fue arquera de Independiente y San Lorenzo, entre otros equipos, también siguió a las dos arqueras. “Oliveros tuvo su mejor torneo”, dice quien reunió a las Pioneras del fútbol argentino en diálogo con Relatores. “Muy segura, muy firme, con carácter. Creo que la vuelta a la Selección le hizo muy bien”, considera.
A Chiribelo la tuvo de compañera en Ferro y también destaca su capacidad de progreso:
“En el gol en contra no tuvo nada que ver y es una arquera que siempre fue de menor a
mayor. Tiene un par de años más para ser todavía mejor”.
Sobre el bulliyng histórico a las arqueras, Chiribelo le pide calma al público repasando la
historia. “Ellos empezaron a ser profesionales en la década 1930 y ya venían jugando.
Nosotras vivimos un proceso muy distinto y a veces la gente es muy crítica, sin comprender
nuestro recorrido. Hay que entender que estamos escribiendo una historia y hay que ser
pacientes. Algo es seguro: amamos lo que hacemos”.

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