Fernando Signorini y Ángel Cappa coinciden: "El futuro del fútbol está en volver al pasado"
12 de julio de 2021
El club organizó un período de charlas virtuales en las cuales grandes figuras del deporte debaten sobre los espacios deportivos que brindan los barrios. "Tenemos que despojarnos de la mentalidad colonial", expresó el ex entrenador
Fernando Signorini y Angel Cappa coinciden en que el futuro del fútbol está en el pasado. La contraposición de palabras resulta provocadora en un sistema que parece indicar que mirar hacia atrás es retroceder. Con un juego cada vez más físico, la gambeta -quizá el diamante bruto en Sudamérica y sobre todo en Argentina- aparece como una cualidad del juego en extinción. El entrenador dice que el capitalismo globalizó los conceptos: que hay que recuperar “la nuestra” como estilo e identidad. Que existe una “nuestra”. El preparador físico afirma que en la actualidad se está perdiendo nuestro capital: la forma de entender el juego. La propuesta conjunta, entonces, es contracultural: revisar los orígenes, repasar las formas, retomar el inicio del juego en los barrios. Ahí donde nació todo.
El debate se dio en el marco del ciclo de charlas virtuales sobre deporte sociocomunitario que el club Villas Unidas, impulsado por Signorini, brindó para espacios deportivos de los barrios populares que son parte del proyecto en todo el país.
En este marco hablaron del presente del fútbol, de los jugadores que cada vez se van mas jóvenes al exterior y de si es posible que vuelva a surgir algún futbolista como Diego Armando Maradona. Cuando le preguntaron a Cappa cómo se cambia en los barrios la idea de ganar como único fin, contestó: “Muy fácil, cambiando la sociedad (risas). Ganar es uno de los valores que el capitalismo le ha transferido al fútbol. El resultado siempre había sido la excusa para poder jugar. Nadie juega queriendo perder. Lo que pasa es que el capitalismo se entrometió, se apoderó del fútbol, y le transfirió sus valores empresariales. Por ejemplo, ganar plata, a costa de lo que sea, el ser humano y el planeta también.
Esos valores antes no existían.
-¿Cómo era antes?
-En el barrio tenías que jugar bien. Eso primero te daba una gran satisfacción y después te permitía estar orgulloso de lo que hacías. Nosotros tenemos una nuestra. Por ejemplo, tomamos mate, comemos asado. Esa es nuestra cultura. Y el fútbol también. ¿Cuál es? Bueno, hay que recuperarla porque se ha perdido.
-¿Y cómo se hace?
-Recuperando el pasado del fútbol, recuperando lo que sentimos. Los sentimientos, como dijo Benedetti, pasaron a la clandestinidad. Si alguien dice que se emociona parece que es un tonto. Tenemos que recuperar lo que nos robaron, el placer de jugar.
-Hoy en día los futbolistas se van al exterior cada vez más jóvenes. ¿Llegan a absorver algo de esa formación de barrio que ustedes proponen recuperar?
-(Signorini) A lo mejor pierden el mejor banco de pruebas que teníamos antes. Messi es un caso paradigmático. No fue tenido en cuenta en Newell’s y en River porque era muy chiquitito. Pero a los 9 o 10 años ya jugaba como juega ahora. Ya tenía esa cosa de atorrante, de pícaro, porque acá se mamaba eso. Si él se hubiera quedado le hubieran hecho lo que le hicieron a Damián Manso, que era chiquito y lo metieron ocho meses en un gimnasio en su momento. Volvió con algún músculo más, sí, ¿y? Es lo que pasa con estos muchachos que se van a Europa. Vuelven repitiendo esa modalidad que Dante Panzeri había denunciado en su libro “Fútbol, dinámica de lo impensado”: que los europeos vendían a vendernos sus libros para que los nuestros aprendan a jugar al fútbol, pero se llevaban a los nuestros para que les enseñaran lo que ni sus propios libros les podían enseñar.
-¿Cree que hay una mirada eurocentrista, Profe?
-Claro. Y esto da como resultado que hoy son todos jugadores iguales. Oliver Bierhoff, director deportivo de selecciones en Alemania, dijo que hay que volver al fútbol silvestre porque hoy los jugadores, como los coches, son todos iguales. La base del fútbol formativo en Bélgica es el 1 contra 1 con arquero, lo que hacíamos nosotros en el barrio desde chiquitos. Será tal vez porque acá desde siempre hubo mucha pobreza y los chicos de chiquitos tenían que gambetear. Primero, la pobreza. En Europa iban más derecho a los alimentos. Ahora yo veo que hay planes para traer metodólogos de Europa para meterlos en formativas de Argentina. Está bien, copiaremos lo mejor, pero la base tiene que ser nuestra identidad. En La Masía se dio una generación espontánea. Piqué, Iniesta, Xavi, pero necesitaron de un chiquitito que había sido despreciado en Argentina.
-¿Cómo lo ve usted, Angel?
-Tenemos que despojarnos de la mentalidad colonial. Los tilingos, como decía Jauretche, siempre estaban pensando que en Europa está lo mejor y en Argentina nos consideramos europeos alejados de América Latina. Si hasta el presidente dijo que venimos de los barcos.
Cuando empezaron a surgir los jugadores argentinos después de que los ingleses se instalaron en el país con el fútbol, Alumni y aquellos inicios, aparecieron los que jugaban en los potreros. Empezaron a mezclarse. El diario La Nación criticaba a los criollos porque eran muy individualistas y les gustaba mucho la pelota, y elogiaban a los ingleses. Desde ahí arranca la mentalidad tilinga.
-¿Ahí entra a jugar nuestra identidad?
-A mí me preguntan a veces si fulano podría dar el salto a Europa como entrenador. ¿Por qué usamos la palabra “salto”? ¿Por qué lo vemos así? Les dije que en Europa hay buenos y malos entrenadores, así como en Colombia, Chile y cualquier lado. No es un salto. De lo que yo no estoy seguro es de si esos entrenadores europeos podrían dirigir a River, Boca o Chacarita. Que un argentino puede trabajar allá, naturalmente, no tengo dudas. Por eso la mentalidad tiene que ser despojada de la mentalidad colonial. Somos latinoamericanos, Tenemos nuestra cultura futbolística, que no es ni mejor ni peor que otra. Es nuestra.
-Son momentos en los que el fútbol muchas veces nos aburre. Nos aburren los partidos. -¿Le ocurre, Profe?
-Más que nunca en estos momentos de zozobra y de duda tenemos que volver al pasado y sobre todo escuchar a los mejores maestros. Panzeri ya lo decía, hablaba de los viejos maestros que estaban llenos de verdades pero tenían poca cultura fueron reemplazados por los preparadores físicos que tienen cultura, pero no tienen verdades. Hoy ya nadie escucha a los maestros porque hay que tener técnicos jóvenes. No digo que no, eh. Pero apoyados por personas con conocimiento. Si sos capaz, cuantos más años tenés más capaz sos.
-¿El capitalismo moldea también la forma de jugar de los pibes y pibas en los barrios?
-(Signorini) El capitalismo prohíbe la rebeldía. Hoy seria imposible ver otro Maradona, aunque va a ser posible otro Messi o Cristiano Ronaldo. El capitalismo, o el sistema, tiene la guardia alta. Nadie va a perdornar que un negrito venga a decirnos que la FIFA actúa mal o a tatuarse al Che Guevara y hacer quilombo porque hace calor en México durante un Mundial al mediodía. El sistema nos quiere frívolos, respetuosos, vulgares.
-(Cappa) Vos fijate que se va a jugar a Brasil donde se mueren miles de personas por día y los jugadores no dicen nada. Por qué no juntarse y decir: “A Brasil no vamos a jugar”.
Alguna vez el brasileño Ronaldo contestó: “Si nosotros no jugamos, no hay fútbol”. Ese es el poder. No hay ningún gremio que tenga más poder que los futbolistas. Todo el mundo e incluso los gobiernos están desesperados porque jueguen y entretengan a la gente. El capitalismo no quiere rebeldes, quiere gente domesticada. Productores y consumidores.
La única manera de recuperar lo perdido es, por ejemplo, lo que hace Villas Unidas. Formar un club en los barrios y desde ahí recuperar lo que es nuestro. El fútbol es nuestro, ni de los dirigentes ni de los que tienen guita. Es nuestro y nos pertenece.
-(Signorini) Hay que entrenar la rebeldía, otra vez, todos los días.
-¿Y cómo se hace?
-(Signorini). Hay que desarrollar en ellos el espíritu crítico. Que no se coman todos los amagues que el poder demuestra. Enseñarles que va a ser más importante el ser que el tener. Acercándoles libros, poesías, canciones. Villas Unidas busca eso. Darle contención y posibilidades a aquellos chicos que el sistema deja de lado y que la única posibilidad de trascender que tienen puede ser a través del fútbol. Porque de la villa no salen jugadores de polo. Hay que ofrecerles la posibilidad de ayudarlos a inventarse un futuro más luminoso. Al que llegue y al que no llegue.