La siembra de Villa Española


30 de junio de 2022

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por Ariel Scher

Ponerse una camiseta que reponga la memoria de los desaparecidos y de las desaparecidas en América del Sur es político.


 
Decir "Nunca Más" es político.

Y no decir "Nunca Más", ¿qué cosa es?

Ponerse una camiseta que reponga la memoria de los desaparecidos y de las desaparecidas en América del Sur es político.

Y no ponerse esa camiseta, ¿qué cosa es?

¿Lo político es sólo el sonido o, también, quizás tanto como el sonido, es el silencio?

Un club de Uruguay, Villa Española, que ahora se desempeña en la segunda división del fútbol, fue intervenido por el gobierno de ese país, a través del Ministerio de Educación, bajo el argumento de que, como manifiesta "Nunca Más", como sus jugadores se ponen camisetas que recuerdan a quienes desaparecieron en dictadura, como más actos en esa línea, hace política.

Y es verdad.

Ahora, si Villa Española no hiciera nada de eso, ¿acaso no haría política?

En la década del sesenta, lejos de Montevideo pero cerca del corazón de las tensiones de la época, el politólogo Jean Meynaud publicó un libro pionero titulado "El deporte y la política. Análisis social de unas relaciones ocultas". Allí acuñó, entre otros conceptos, la idea del "apoliticismo deportivo" por medio de la que explicó que el deporte es un espacio, como tantos otros y hasta más que muchos otros, en el que hay montones de cuestiones en juego y, en medio de esas cuestiones, poder. Detalló por qué en el deporte es un ámbito político (aclarando que no es ni bueno ni mal que lo sea) y se concentró en cómo, durante el siglo veinte, ese ejercicio político había sido maquillado por dirigentes y dirigencias como "no político" aduciendo el repetido de discurso de "no mezclar el deporte con la política". El "apoliticismo deportivo" consiste, en esa óptica, en el modo de desplegar lo político afirmando que no se hace algo político. Meynaud enfatizaba que no se trataba de una comprensión inocente o ignorante sino de un recurso táctico. Lo sintetizó con la forma de un interrogante: "¿No tendrá la tesis del apoliticismo alguna relación con la defensa de los privilegios y de las comodidades de los grupos nacionales o sociales dominantes?".

O sea y siguiendo a Meynaud: la cuestión no es que Villa Española desarrolló lo político. La cuestión es qué contenidos desarrolló en lo político. Y lo que expresó Villa Española no sincroniza con el posicionamiento que ostenta el gobierno uruguayo sobre unos cuantos temas.

¿Sería intervenido Villa Española si su manifestación pública sobre estos ejes fuera otra? Y, más al filo, ¿por qué no son intervenidas las entidades que se callan frente a lo que fue el imperio de la barbarie en Uruguay y a la necesidad de hacer memoria? Con la misma lógica: si Villa Española expandiera pronunciamientos contra el nazismo -entendido por casi todos los sectores de casi todas partes y con millones de pruebas como símbolo del espanto político-, ¿lo intervendrían? ¿Será que los responsables de la intervención no convalidan el mensaje que Villa Española propaga no porque lo propaga sino por el mensaje?

Se dirá que el gobierno de Uruguay actúa porque algunos socios de Villa Española (cuyos dirigentes y cuyos jugadores recibieron amenazas desde las peores sombras y renuncian por la doble violencia de la intervención y de esas amenazas) formularon una denuncia sobre vulnerabilidades legales en el club. Habrá que investigarlo, claro, pero la celeridad de la respuesta no deja de llamar la atención. Se dirá que ese gobierno debió obrar porque esos socios también denunciaron que la institución hacía política y que eso está restringido por sus estatutos. Y aquí, de nuevo, la pregunta entre las preguntas, ¿qué es hacer política?

El Comité Olímpico Internacional (COI) y la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), ¿hacen o no hacen algo político cuando sancionan a Rusia y a Bielorrusia por la guerra que se libra sobre el suelo de Ucrania? El Comité Olímpico Internacional (COI) y la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), ¿hacen o no hacen algo político cuando no castigan de igual modo a las asociaciones y a los deportistas de otros países que atacan, bombardean y matan a personas y a pueblos por determinaciones claramente políticas? Lo hacen a pesar de que operan un escenario legal lleno de estatutos (el artículo 50 de la Carta Olímpica lo patenta por antonomasia) que explicitan la inconveniencia de "hacer política en el deporte".

Frente a esos comportamientos, ¿el gobierno de Uruguay y las asociaciones deportivas de Uruguay dicen o hacen algo? Y al no decir nada -porque, en general, no dicen nada-, ¿hacen o no hacen algo político? Si las canchas uruguayas reprodujeran lo que se vio en otras geografías, ¿sancionaría el gobierno de Uruguay a los futbolistas y a los equipos que en los últimos meses pusieron a flamear la bandera de Ucrania?

En la coloquialidad política suele volar una confusión entre lo político y lo partidario o entre lo político y lo gubernamental. Como si lo político estuviera constituido exclusivamente por lo que construyen (o destruyen) los gobiernos y las fuerzas partidarias. El filósofo francés Claude Lefort trabajó con minuciosidad en torno de este campo. Diferenció claramente "lo político" de "la política" y pormenorizó que "la política" refiere a "un sector particular de actividades, de relaciones y de instituciones" mientras que "lo político" abarca mucho más, abarca a lo instituyente y a lo simbólico. Encuadrado en la condena a Villa Española, el punto de vista de Lefort plantearía que el club no hizo la política (no se presentó a elecciones nacionales, por ejemplo) y sí hizo lo político.

La historia del deporte conforma, en uno de sus segmentos, la historia de cómo fueron estigmatizados quienes pusieron bajo la lupa a lo que Meynaud denomina "los grupos nacionales o sociales dominantes". A Muhammad Alí le quitaron su título de campeón mundial de boxeo por negarse a ir a la guerra por los Estados Unidos y contra Vietnam. A Colin Kaepernick se le esfumó la perspectiva de continuar brillando en el fútbol americano a causa de su papel decisivo en la lucha contra el racismo también en los Estados Unidos. A Diego Maradona y a Jorge Valdano les llegó un "cállense y jueguen" de la boca del mandamás de la FIFA, Joao Havelange, cuando, en pleno Mundial de México de 1986, sostuvieron que las condiciones ambientales para salir al césped eran riesgosas para los jugadores. Al futbolista español Sergio Manzanera lo multaron y lo amenazaron en 1975 por portar un brazalete negro en protesta por los fusilamientos del franquismo. Son apenas destellos en un camino largo de huellas semejantes. A montones de deportistas -en su mayoría, sin celebridad- les costó algo o mucho demostrar que su lazo con el mundo y con el deporte excedía al intento de competir con excelencia.

Otra vez: el sonido es una actitud en lo político, el silencio también lo es.

Existe otra posible interpretación equivocada: creer que cada participación del espacio del deporte en lo político desbarranca en la derrota. El deporte, como todo en la política, es un territorio en disputa. Y abundan los tropiezos. Y abundan las difíciles victorias. En la Argentina, sólo por elegir una circunstancia, a casi cuarenta años del fin del mayor genocidio, los clubes comenzaron una tarea conmovedora de restituir la condición de socias y de socias a sus desaparecidos y a sus desaparecidas. Fruto de esa construcción, en el presente, muchas de las víctimas mayores del horror tienen carnets que testifican, primero, que el olvido no anda con el éxito garantizado y, segundo, que esos clubes fueron también víctimas de la dictadura: a sus legítimos dueños se los y se las llevaron, lo que implica que lo más salvaje de lo político sí se metió con el deporte y que ahora el deporte ofrenda, contracara emocionante, una respuesta que, desde luego, es política. 

Hace alrededor de medio siglo, Agustín Tosco, un dirigente argentino surgido desde el sindicalismo, anticipó desde dónde proceden quienes llevan adelante la ofensiva sobre los sueños de Villa Española: “Quien se proclama apolítico sustenta en la práctica la política de la reacción. Porque la política es la concepción general que se tiene de la organización económica, social y cultural de la sociedad a la que se pertenece”.

En el primer domingo posterior a la intervención gubernamental, el equipo de Villa Española ingresó a la cancha con una colección de pancartas. Una brillaba: "En la Villa se siembra".

Es eso: ocurra lo que ocurra, la siembra está. Y es más que eso: está y estará.

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